Aquellos dibujos y fotografías que murieron "inertes" - Y en el siglo XXI cobran vida... (Parte II)
Amor en todas partes
Hay una pareja en cada esquina del mundo,
bajo el mismo cielo de nombres distintos,
dos almas que se encuentran
aunque el mapa cambie de idioma.
Se aman en ciudades que nunca duermen
y en pueblos donde el tiempo reposa,
en desiertos que arden de silencio
y en islas donde el mar los nombra.
Se buscan en miradas breves del metro,
en manos gastadas de tanto esperar,
en besos robados al viento
y en promesas susurradas al hogar.
Ese amor no tiene frontera ni bandera,
no entiende de acentos ni de piel,
late igual en el norte helado
que en el sur donde florece la miel.
Es la pareja eterna y repetida,
única y común a la vez,
dos corazones eligiéndose cada día
en todas las partes del planeta…
y quizá, también, en la tuya y en la mía.
El amor verdadero no hace ruido,
no necesita promesas grandiosas ni juramentos eternos.
Se construye en los pequeños gestos,
en la constancia silenciosa de quien elige quedarse.
Es fidelidad cuando nadie mira,
lealtad incluso en el pensamiento,
la certeza de que el otro es hogar
aun cuando el mundo invita a huir.
La confianza es su raíz más profunda:
creer sin vigilar, descansar sin dudar,
entregar el corazón sin miedo
porque las manos que lo sostienen son firmes.
El respeto lo envuelve todo,
como un lenguaje que no hiere,
como la libertad de ser uno mismo
sin temor a dejar de ser amado.
Y el amor… el amor verdadero no encadena,
acompaña; no exige, comparte;
no apaga, ilumina.
Crece con el tiempo, madura con las heridas
y se fortalece en la verdad.
Es mirarse cada día y elegir,
aun con imperfecciones, aun con cansancio,
porque cuando el amor es real,
no se busca a alguien perfecto,
sino a alguien con quien valga la pena amar de verdad.



















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