Relatos en el Convento Jerónimo de Sta. Catalina - "San Prudencio" (Fenómenos Paranormales) - Historia e Imaginación (Parte VII/XI)
La Leyenda del Convento de San PrudencioHace ya varias décadas, un equipo de cinco especialistas paranormales partió desde Estados Unidos rumbo a Talavera de la Reina, impulsados por rumores que hablaban de extraños sucesos en el Monasterio Jerónimo de Santa Catalina —San Prudencio—, un edificio antiguo, imponente, cargado de historia y abandonado en parte, con pasillos que parecían susurrar al viento…
El convento, fundado por el arzobispo Pedro Tenorio en el siglo XIV, entregado a los monjes Jerónimos en 1398, con una escalera volada espectacular, con sacristía octogonal y una arquitectura mezclada de estilos —gótico, mudéjar, renacentista y con reparaciones herrerianas posteriores— ya contaba con leyendas locales sobre sombras y presencias en sus claustros.
Los investigadores se instalaron al anochecer del primer día, pernoctando dentro del edificio, decididos a registrar cualquier anomalía con sus equipos: detectores EMF, cámaras térmicas y de visión nocturna, sensores de movimiento, grabadoras, etc.
Estas son las nueve perturbaciones que afirmaron documentar, una por cada hora más oscura de la noche:
1. Cuadros cuyas imágenes se mueven
En una de las salas laterales del convento hubo un cuadro antiguo, atribuido a un jesuita del siglo XIX. Al revisar con luz tenue, la figura pintada del fraile parece girar la cabeza, mirar por encima del hombro, y sus ojos siguen a cualquier persona que pase frente al cuadro. Los especialistas juran que, al reproducir los vídeos, no se ve movimiento en las cámaras, pero al observar el original, el óleo parece respirar, como si la sombra del marco se alzara y retrocediera.
2. Risas espeluznantes
El segundo suceso ocurrió en el claustro norte, bajo arcos góticos apuntados. Era pasada la medianoche cuando de pronto se escuchó una risa aguda, infantil, como de niña pequeña, seguida de ecos que parecían multiplicarse bajo la bóveda. Nadie vio a quien la emitía. Los sensores de audio recogieron frecuencias muy altas, fuera del rango humano normal, que luego no aparecían reproducidas en las grabaciones convencionales.
3. Espejos que reflejan cuerpos momificados atrapados
En la sacristía octogonal, donde se guardaban espejos antiguos, uno de los espejos —según los informes— reflejó no al investigador que estaba frente, sino una figura acurrucada, cubierta de paños amarillentos, con la piel tirante, ojos hundidos, quieta, como momificada, y de repente, en un parpadeo, el reflejo desapareció. Cuando se revisó el otro lado, solo había el espejo y paredes vacías.
4. Ruidos de pasos bajando por la escalera “volada”
La famosa escalera volada que da acceso al coro —obra que admiradores, guías y turistas destacan como lo más llamativo del interior del convento— fue escenario de sonidos persistentes de pasos que descendían, a veces con un ritmo irregular, como si alguien viejo cargase peso, otras veces como si fueran dos personas caminando juntas. Se captó en la noche, sin viento, sin animales cerca. Los pasos subían, bajaban, se detenían, retomaban.
La famosa escalera volada que da acceso al coro —obra que admiradores, guías y turistas destacan como lo más llamativo del interior del convento— fue escenario de sonidos persistentes de pasos que descendían, a veces con un ritmo irregular, como si alguien viejo cargase peso, otras veces como si fueran dos personas caminando juntas. Se captó en la noche, sin viento, sin animales cerca. Los pasos subían, bajaban, se detenían, retomaban.
5. Ruidos dentro de los jarrones cerámicos
Este convento tiene almazara, tenerías, dependencias con cerámica decorativa (muy típica de Talavera). Abrieron un armario lleno de jarrones antiguos y justo entonces escucharon crujidos, como si dentro de ellos algo se arrastrase. Un investigador acercó un micrófono; los sonidos parecían reproducir un susurro, casi un sollozo, en eco, dentro del jarrón más grande.
Este convento tiene almazara, tenerías, dependencias con cerámica decorativa (muy típica de Talavera). Abrieron un armario lleno de jarrones antiguos y justo entonces escucharon crujidos, como si dentro de ellos algo se arrastrase. Un investigador acercó un micrófono; los sonidos parecían reproducir un susurro, casi un sollozo, en eco, dentro del jarrón más grande.
6. Sonido de campanas (toque a muerto)
A la hora de la madrugada, cuando solo algunos lúgubres momentos de luz lunar penetraban por vitrales rotos, uno de ellos juró haber escuchado el repique de campanas como de funeral, un toque a muerto. Pero no había campanario funcionando, ni relojes, ni personal en los alrededores. El muro trasero de la iglesia, cerca del testero con los grandes contrafuertes de Juan de Herrera, fue el lugar donde se sintió con más fuerza esa campanada que parecía vibrar en el aire, luego reverberar por muros antiguos.
7. “Entes fantasmales” que vuelan por las salas
Fotografías térmicas captaron siluetas borrosas, formas aladas casi translúcidas, desplazándose por encima de los altares laterales, cruzando cuadros, flotando por zonas del coro. Algunos informes decían que parecían mantos oscuros alargados, sin cabeza visible, desplazándose sin tocar el suelo, como si desafiando la física.
8. Sensación de que alguien te toca o roza…
En los corredores que comunican el claustro norte con la iglesia, uno de los miembros del equipo afirmaba sentir dedos helados rozando su hombro, o que el brazo era rozado repetidamente, aun cuando estaba solo caminando. A veces un soplo frío en la nuca, como un aliento de alguien muerto, y al girarse, nada. Ningún indicio visible.
9. En los subterráneos se ven figuras al final de los mismos
Hay rumores de que bajo el convento hay criptas, sótanos o túneles antiguos, restos de almazaras, bodegas, quizá zanjas de tenerías. En uno de ellos, con linternas y cámaras térmicas, los especialistas vieron sombras al fondo del corredor que parecían humanoides, verticales, estáticas, al final, entre la oscuridad, como si alguien estuviera esperando. Cuando se acercaron, esas figuras retrocedían unos pasos y se perdían en la oscuridad.
Hay rumores de que bajo el convento hay criptas, sótanos o túneles antiguos, restos de almazaras, bodegas, quizá zanjas de tenerías. En uno de ellos, con linternas y cámaras térmicas, los especialistas vieron sombras al fondo del corredor que parecían humanoides, verticales, estáticas, al final, entre la oscuridad, como si alguien estuviera esperando. Cuando se acercaron, esas figuras retrocedían unos pasos y se perdían en la oscuridad.
Al tercer día, los cinco expertos estaban visiblemente afectados: sus rostros endurecidos, los gestos vacíos, los ojos sin brillo, su conversación apenas coherente. A cada uno le tomó horas reaccionar tras salir del convento. Todos declaraban algo similar: “No puedo explicarlo, algo aquí no quiere que nos vayamos”.
Se marcharon despavoridos, sin registrar ya más fenómenos visuales; solo el murmullo persistente de la piedra y las ratas, creían ellos.
Se marcharon despavoridos, sin registrar ya más fenómenos visuales; solo el murmullo persistente de la piedra y las ratas, creían ellos.
Sus cuerpos tardaron semanas en recobrar normalidad, si es que lo hicieron: sus sueños estaban infestados de gritos, visiones de túneles sin salida, puertas que se cerraban por sí solas, sombras que los seguían... y ese sonido de las campanas que hiela la sangre.
Epílogo: Tres años después
El Convento Jerónimo de Sta. Catalina —San Prudencio— permanece clausurado. No hay acceso libre ya; los propietarios reparan cosas aquí y allá, pero siempre surge un obstáculo: techos que crujen, muros que se desloman, contrafuertes restaurados que rechinan, puertas que se atoran.
Algunos dicen que hay un agujero en el espacio-tiempo en la sacristía octogonal, una puerta invisible que conecta al otro lado, donde quedan almas atormentadas que no pueden regresar.
Otros hablan de una maldición impuesta tras la Desamortización, cuando el lugar cambió de manos tantas veces, fue fábrica, casa, colegio, asilo… y quizá se rompieron pactos no dichos con lo desconocido.
Hasta hoy, nadie se atreve a pasar una noche completa ahí. Y en Talavera, se susurra que en las noches sin luna, si te acercas al Patio de los Artesanos o a la Puerta del Serafín, puedes oír campanadas lejanas, risas infantiles, alguien que sube la escalera volada… y después, el silencio.
Hasta hoy, nadie se atreve a pasar una noche completa ahí. Y en Talavera, se susurra que en las noches sin luna, si te acercas al Patio de los Artesanos o a la Puerta del Serafín, puedes oír campanadas lejanas, risas infantiles, alguien que sube la escalera volada… y después, el silencio.
Enlaces consultados
Conoce "Talavera de la Reina" (Parte X) - Guía de rincones con "encanto" (Convento Jerónimo de Sta. Catalina - San Prudencio-Iglesia de Sto. Domingo)
David Miguel Rubio
Promotor Turístico en Castilla - La Mancha
Informador Turístico
(N° Reg. EXP/ITL/RDM-0019)
Guía de Montaña
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