Año 2225 – Nave Intergaláctica Renacer de Talavera
El fuselaje de la nave brillante reluce entre las estrellas. En su costado, bordado, un escudo: el de Talavera de la Reina. Azul, blanco, los motivos cerámicos, los leones, la corona… un símbolo ancestral que evoca siglos de artesanía, barro, artesanos y alfares. En el fuselaje de la gran nave intergaláctica... destaca la palabra "Talavera"...
La nave se desplaza en silencio entre nebulosas tornasoladas, cruza cúmulos estelares, sortea campos de asteroides. Rumbo a un planeta no cartografiado hasta ahora: lo llaman Xerena-14. Un mundo árido, rocoso, con cielos anaranjados y cielos nocturnos de dos lunas gemelas.
Aterrizaje
Cuando los motores se apagan, la plataforma de descenso se desliza. Dos astronautas salen: la capitana Marina Ortega y el ingeniero Lois Ibarra. Sus trajes resplandecen bajo la luz rojiza del sol de Xerena. Caminan por una capa de polvo fino; bajo sus botas, pequeñas piedras grisáceas quebradizas casi como yeso.
Llevan consigo un vehículo explorador para terreno abrupto: ruedas articuladas, brazos mecánicos, sensores láser, cámaras que filman en alta resolución.
El primer hallazgo
No muy lejos de la nave, Marina tropieza con algo. Es el borde de un recipiente bajo la tierra reseca. Se lo señala a Lois. Excava con cuidado: emerge un jarrón de vivos colores,… es de cerámica Talaverana. Es indeleble: los colores blanco, azul, verde... con motivos vegetales.
Marina pulsa el comunicador:
“Puente de mando, aquí Marina. Hemos encontrado un objeto cerámico de Talavera. Fecha: indefinida, posiblemente siglos antes de nuestra era. Requiriendo análisis.”
Continuación de la exploración
Montan el vehículo y siguen dirección sur, hacia un gran cráter que domina el paisaje. El suelo se inclina, superficies rocosas, grietas. Entre formaciones de rocas naranjas y ocres, algo más capta su atención: otro objeto semi-enterrado, más delgado. Se bajan y lo limpian con un cepillo especial.
Ante ellos aparecen unas figuras: unas Meninas, reproducidas en cerámica Talaverana, de gran tamaño, quizás un metro de alto cada una. Las Meninas están ricamente decoradas con florituras, con volantes, mantones, gorros ornamentados. Es increíble: la técnica de Talavera ha sobrevivido al paso del tiempo y al olvido espacial.
Marina ríe, emocionada, sus ojos brillan:
“Esto no puede ser coincidencia… Talavera…”
Cima del cráter y el panel cerámico
Conforme ascienden hacia el borde del cráter, el paisaje cambia: rocas oscuras, musgo fosforescente, lianas gelatinosas que crecen en rendijas. Al llegar a la cima, Marina y Lois se detienen. El borde es estrecho, hay una caída pronunciada. Pero lo que ven abajo les deja sin aliento.
En el fondo del cráter hay un panel rectangular, monumental, de cerámica. Brillando con luz propia bajo la radiación extraterrestre. Y sobre él, letras claras, grabadas:
TALAVERAUna sola palabra. Letra por letra, en mayúsculas, estilo clásico, sostenida sobre azulejos blancos con bordes de azul. Con alguna filigrana en su composición.
Los dos se quedan inmóviles. Mira su mundo, mira el panel. El silencio pesa. Marina se arrodilla, toca con guantes uno de los azulejos. Lo siente frío, pero intacto: el esmalte no se ha perdido, los colores no se han corroído.
Conclusión
En un futuro tan lejano, los viajes entre galaxias ya son posibles. Las naves cruzan distancias que antes eran ciencia ficción. Si seres superiores – civilizaciones avanzadas – nos visitaron en el pasado, ¿por qué no podría ser que ellos hayan llevado piezas de nuestra cultura, de nuestra civilización, más allá de lo imaginable?
Quizás Talavera no solo fue renacer sobre su río y sus hornos en Tierra, sino que su arte y cerámica llegaron con astronaves antiguas… quizás fueron portadoras de mensajes estéticos, identitarios. En la quietud de Xerena-14, ese panel, esas Meninas, ese jarrón, gritan que hay rastros humanos, o al menos humanos en lo espiritual, esparcidos por el universo.
Análisis: ¿Cómo pudo llegar la cerámica de siglos atrás a ese planeta?
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Impulso de viajes interestelares antiguos
En algún momento remoto, civilizaciones humanas o híbridas podrían haber colonizado o explorado sistemas estelares lejanos. Durante esas expediciones, llevaron consigo elementos culturales: objetos de valor simbólico, artes decorativas, como la cerámica talaverana. Algún cargamento de dedicación patrimonial pudo embarcar piezas importantes, las que sobrevivieron al desgaste espacial. -
Sondas o misiones de preservación cultural
Quizás gobiernos terrícolas o consorcios interplanetarios en siglos pasados lanzaron misiones para preservar patrimonio en lugares seguros. Una sonda automática pudo depositar piezas cerámicas en planetas limpios, estériles, con condiciones estables, para protegerlos de desastres terrestres… pero luego olvidadas. -
Seres superiores, coleccionistas universales
Una civilización superior podría haber recogido arte terrestre como ejemplo de la diversidad estética del planeta, llevándola lejos, incluso como exhibición o homenaje, y dejando fragmentos en planetas que exploran o habitan.
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Portales temporales o anomalías espacio-tiempo
En universos paralelos, o mediante portales, artefactos del pasado podrían haberse transportado accidentalmente durante eventos de alta energía. Un jarrón de Talavera podría haber sido arrastrado por una grieta espacio-temporal hasta Xerena-14, como si se hubiese salido de su época. -
Preservación accidental de objetos enterrados
Tal vez los objetos fueron parte de restos coloniales extraterrestres, o colonos humanos que intentaron vivir en planetas remotos establecieron una pequeña comunidad que murió, y sus bienes quedaron enterrados, pero suficientemente protegidos, hasta que los exploradores los descubren. -
Forma de comunicación con civilizaciones futuras
Como idea poética: alguien decidió dejar testeos, mensajes duraderos, paneles cerámicos con la palabra “Talavera” como huella estética, como firma humana, para indicar: “Aquí estuvimos nosotros”.
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