Yacimiento arqueológico "La Alcazaba" y "Torre Albarrana" - Talavera de la Reina (Toledo)

viernes, 19 de septiembre de 2025

Leyendas de las Murallas árabes (La Pesadilla de Abderramán III) - Historia e Imaginación (Parte IX/XI)

Leyendas de las Murallas árabes (La Pesadilla de Abderramán III) - Historia e Imaginación (Parte IX/XI)

 
Murallas de Talavera de la Reina: Historia y Leyenda

El Primer Recinto amurallado de Talavera de la Reina, mandado construir por Abderramán III en el siglo IX-X, se levantó probablemente sobre los restos de una antigua muralla romana o visigoda. 
 
Su función era clara: reforzar, junto con la alcazaba, un sistema defensivo que convirtiera a Talabayra en una de las plazas más sólidas de la frontera musulmana.
 
Su planta rectangular, con muros de hasta 14 metros de altura y 4 de espesor, se construyó con sillares de piedra reutilizados de construcciones romanas y visigodas —incluso lápidas—, junto a mampostería unida con argamasa. 
 
 
A lo largo de su trazado se erigieron torres cuadradas y semicirculares, reforzadas más tarde con torres albarranas cristianas en los siglos XIII-XIV.
 
Hoy en día, parte de este recinto se conserva, delimitado por el río Tajo y el Paseo de Ronda, testigo silencioso de batallas, asedios y leyendas.
 
 
La leyenda de las almas de la muralla
 
Cuenta la tradición que para levantar aquella obra colosal se utilizaron cristianos cautivos y gente humilde forzada a trabajar a cambio de un mendrugo de pan. Bajo el sol abrasador y el peso de las piedras, muchos perecieron exhaustos; sus cuerpos eran retirados, y otros ocupaban su lugar… hasta que también caían.
 
Las murallas se alzaron, sí, pero el precio fue tan alto que, según se cuenta, sus almas quedaron atrapadas entre la piedra y la cal.
 
 
Al caer la noche, quienes pasaban cerca aseguraban ver sombras deslizándose sobre las almenas o escuchar lamentos apagados, como si el viento cargara con las voces de los muertos.
 
Se dice que el propio Abderramán III comenzó a sufrir pesadillas. No podía dormir: veía surgir del río Tāha (Tajo) cuerpos corrompidos, con los ojos encendidos en rojo, que trepaban por las murallas buscando justicia. Cada noche se repetía la visión, cada vez más nítida, hasta que el califa temía mirar al agua.
 
 
Una noche de luna roja, la leyenda cuenta que las aguas del Tajo se abrieron en torbellino y de ellas emergieron espectros que intentaron derribar la muralla. 
 
El califa, aterrado, ofreció plegarias y sacrificios para aplacarlos, pero nunca volvió a tener descanso.
 
Los viejos del lugar dicen que, en noches de tormenta, aún se perciben luces rojizas moviéndose entre las torres y un rumor que no es del viento… sino de los cautivos que jamás hallaron reposo.
 
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David Miguel Rubio
Promotor Turístico en Castilla - La Mancha
Informador Turístico
 (N° Reg. EXP/ITL/RDM-0019)
Guía de Montaña


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