Yacimiento arqueológico "La Alcazaba" y "Torre Albarrana" - Talavera de la Reina (Toledo)

martes, 9 de septiembre de 2025

Los Últimos Templarios: La Venganza de la Sombra (Huída a España y el Secreto de la Orden)

Los Últimos Templarios: La Venganza de la Sombra (Huída a España y el Secreto de la Orden)
 

París, otoño de 1307.

El aire frío se colaba por los ventanales de piedra del palacio papal de Poitiers. El prior Bernard de Rochefort, un hombre justo de rostro enjuto y mirada penetrante, entró en la cámara donde aguardaba un reducido grupo de caballeros templarios convocados por el mismo. 
 
Bernard, con un leve movimiento de manos, les entregó a los templarios un pequeño fajo de pergaminos sellados con el anillo del priorato.
 
—Hermanos —susurró—, el filo de la traición está a punto de caer sobre vosotros. El rey Felipe IV, movido por la codicia y el miedo, ha convencido al Papa de iniciar un proceso contra vuestra orden. Estas órdenes selladas, que ya viajan a cada rincón de Francia, serán abiertas el próximo 12 de octubre. Ese día… caeréis todos.
 
Y en otro lugar de Francia...
 
Clemente V. El Papa, debilitado y nervioso, evitaba el contacto visual, mientras los emisarios de Felipe IV Rey de Francia, aguardaban impacientes para iniciar la traición...
 
 
El Gran Maestre Jacques de Molay se mantuvo en silencio, aunque sus ojos se nublaron con una mezcla de rabia y tristeza.
 
—¿Qué proponéis? —preguntó uno de los maestres provinciales.
 
—Huir. No todos, pero los que podáis. España aún mantiene fortalezas firmes y reinos en guerra que valoran vuestra espada. Allí hallaréis refugio, túneles ocultos y muros que aún os pertenecen. Si permanecéis en Francia, vuestra sangre correrá en vano.
 
La Fuga
 
Aquella misma noche, varios templarios, disfrazados de comerciantes, cruzaron la frontera pirenaica. El castillo de Monzón, en Aragón, abrió sus puertas en silencio, al igual que Ponferrada, Jerez de los Caballeros, Caravaca de la Cruz, San Servando y Montalbán en Toledo.
 
Bajo sus murallas existían pasajes y criptas ocultas, diseñadas para guardar reliquias y tesoros, pero que ahora servían para proteger a los hombres más buscados de Europa.
 
En las entrañas del Castillo de San Servando, un grupo de caballeros quemó sus capas blancas con la cruz patada y vistió humildes ropajes de frailes. El Temple desaparecía a los ojos del mundo… pero no en espíritu.
 
 
La Sombra de la Venganza
 
Mientras en Francia ardían las hogueras y Jacques de Molay era apresado, en los caminos comenzaron a aparecer figuras encapuchadas. Eran frailes, o al menos eso creían los viajeros. Sin embargo, en la quietud de la noche, sus hábitos ocultaban aceros templarios.
 
Uno a uno, los hombres más cercanos al rey y a los inquisidores que habían sellado la suerte de la Orden fueron cayendo. Algunos en emboscadas en caminos oscuros, otros envenenados en sus mesas, otros desaparecidos sin dejar rastro. 
 
La leyenda susurraba que eran los "Caballeros de la Sombra", templarios que se movían como espectros entre conventos y aldeas, ocultando sus verdaderas intenciones bajo las oraciones de los frailes.
 
 
El Retorno de los Hermanos
 
Décadas después, en las crónicas de los monasterios de León y Castilla, aparecen notas enigmáticas:
 
"Llegaron unos monjes de mirada fiera, se unieron a nuestra mesa, pero sus manos tenían el pulso de guerreros."
 
"Se cuenta que en Peñíscola, tras la caída de San Juan de Acre, aún se alzaban antorchas en la noche, encendidas por hombres que juraron vengar al Temple."
 
El Juramento
 
Antes de desaparecer de la historia oficial, en los subterráneos de la ermita de la Vera Cruz de Segovia, los templarios refugiados hicieron un último juramento:
 
—Que caigan uno a uno los traidores. Que nuestra Orden muera a los ojos de los hombres, pero viva en la oscuridad hasta que la justicia sea hecha.
 
Algunos sostienen que la cadena de venganzas nunca se detuvo, y que ciertos linajes de Europa aún llevan en su sangre la sombra templaria. Otros creen que aquellos frailes guerreros se perdieron en las brumas del tiempo.
 
Pero en las piedras húmedas de los bastiones templarios de norte a sur de la península...  todavía hoy se susurra que los túneles guardan secretos… y que no todos los templarios fueron vencidos en 1312.
 
 
Epílogo: La Profecía de la Sombra
 
Año del Señor de 1314.
 
Jacques de Molay, último Gran Maestre del Temple, arde en la hoguera frente a la catedral de Notre Dame. El humo asciende como un cántico maldito hacia los cielos de París. Con voz quebrada, pero firme como el hierro templario, lanza su sentencia:
 
—“Felipe IV, Clemente V… antes de un año habréis de comparecer conmigo ante el tribunal de Dios. Y malditos seáis tú y toda tu estirpe, hasta trece generaciones.”
 
Los presentes tiemblan. Los cronistas lo llaman blasfemia. Otros lo susurran como profecía.
 
 
El cumplimiento
 
El tiempo no tardó en revelar lo inevitable:
 
Felipe IV de Francia, orgulloso y cruel, cayó muerto en una cacería antes de que terminara el año.
 
Clemente V, enfermo y atormentado por visiones nocturnas, expiró consumido por fiebres, sin jamás encontrar la paz.
 
Los inquisidores que firmaron la sentencia sufrieron muertes violentas: uno fue hallado degollado en su lecho, otro se despeñó inexplicablemente en un camino de Burdeos, otro se consumió en el delirio de la peste.
 
Los verdugos que encendieron la hoguera enfermaron de forma misteriosa; se decía que sus cuerpos se ennegrecieron como las brasas que encendieron.
 
Los mandos militares que habían apresado a los templarios fueron perseguidos por sombras invisibles: algunos desaparecieron en los bosques, otros hallados con el rostro congelado en un gesto de terror.
 
Europa entera susurraba: “La maldición del Temple se cumple.”
 
 
El secreto
 
Los reinos trataron de enterrar estas historias, tachándolas de supersticiones populares. Pero en las criptas de Ponferrada, en los túneles de Monzón, en los subterráneos de Jerez y bajo la planta dodecagonal de la Vera Cruz de Segovia, los hermanos que habían escapado de la hoguera mantenían vivo un fuego distinto.
 
Y se decía que muchos castillos templarios de Toledo, tenían comunicación continua con mensajeros... 
 
Habían desaparecido a los ojos del mundo, convertidos en frailes, mercaderes y peregrinos… pero jamás dejaron de actuar.
 
El eco en el siglo XXI
 
Hoy, setecientos años después, algunos creen que los templarios no son más que un mito medieval. Y sin embargo, en los lugares donde se alzaban sus castillos todavía se oyen susurros en la noche.
 
Algunos investigadores aseguran que sociedades secretas y discretas custodian documentos, reliquias y tesoros cuyo origen se remonta al Temple.
 
Los iniciados dicen que la profecía de venganza no terminó en el siglo XIV. Que el Temple, oculto en las sombras, sigue activo en el siglo XXI: guardianes de secretos que esperan el momento de regresar.
 
No llevan capa blanca ni cruz patada, pero observan, silenciosos, disfrazados entre nosotros.
 
Y cuando llegue la hora, volverán a presentarse como lo que siempre fueron:
 
Los Guardianes de la Sombra, eternos vengadores de la traición.
 
 
David Miguel Rubio
Promotor Turístico en Castilla - La Mancha
Informador Turístico
 (N° Reg. EXP/ITL/RDM-0019)
Guía de Montaña


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