Antiguos poetas como Catulo, Ovidio, Estrabón, Plinio y Séneca llamaban al Tajo “río de oro” o aurifer Tagus, pues se decía que en sus arenas se ocultaban pequeñas vetas del preciado metal. Esa creencia convirtió al río en una arteria sagrada y temida, un hilo de riqueza que cruzaba las entrañas de Hispania Lusitana.
En las murallas de Caesarobriga, la actual Talavera de la Reina, dominaba la justicia y el poder un hombre: Lucio Craso, pretor romano. Su praetorium se erguía cerca del foro, con mosaicos que narraban victorias militares y bustos de emperadores vigilando cada sala.
Pero bajo la magnificencia de su casa se ocultaba un secreto: un túnel excavado y oculto la bodega, entre ánforas de vino y aceite... y que comunicaba directamente con la muralla. Tras una pesada cancela de hierro, aquel pasadizo le aseguraba una vía de escape en caso de rebelión o invasión.
Al final del túnel, junto a un pequeño dique en la ribera del Tajo, aguardaba una nave lusoria, siempre custodiada y preparada para partir río abajo. Si la fortuna se torcía, el plan era huir con su esposa, sus dos hijos y lo más valioso de su patrimonio hacia una villa rustica situada a varias millas romanas de distancia (milia passuum), desde donde reorganizar su vida lejos del caos.
Y el caos llegó. Corría el siglo V y las noticias que llegaban de los mensajeros eran funestas: los visigodos, imparables en su empuje, avanzaban sobre las ciudades romanas de Hispania. Toletum caía, Caesarobriga estaba marcada como siguiente objetivo.
Y el caos llegó. Corría el siglo V y las noticias que llegaban de los mensajeros eran funestas: los visigodos, imparables en su empuje, avanzaban sobre las ciudades romanas de Hispania. Toletum caía, Caesarobriga estaba marcada como siguiente objetivo.
En una noche de tormenta, cuando el cielo se desgarraba con relámpagos y el Tajo rugía con furia, Lucio Craso activó su plan secreto. Acompañado de su familia, descendió por el túnel, encendiendo antorchas que se apagaban casi al instante con el viento húmedo que soplaba desde el río. Subieron a la nave, cargada con víveres, ánforas, objetos de plata y oro. El agua embravecida sacudía el casco de la embarcación, pero no había vuelta atrás.
Reconstrucción del barco romano
(Nave Lusoria)
El barco se adentró en la corriente, desapareciendo en la oscuridad. Nadie en Caesarobriga volvió a ver al Pretor ni a los suyos. Algunos decían que llegaron a tierras lejanas y se fundieron entre pueblos bárbaros; otros juraban que el Tajo los engulló, hundiendo con ellos un tesoro incalculable.
Los siglos pasaron. Y fue en tiempos de sequía, dos mil años después, cuando el nivel del Tajo descendió como nunca antes. Entre las arenas secas emergió la silueta de un pecio casi intacto: una nave romana con su esqueleto de madera corroída. Dentro, se hallaron ánforas repletas de monedas de oro. Pero el hallazgo pronto desapareció: nadie supo quién se llevó el tesoro, ni a dónde fue a parar.
Los siglos pasaron. Y fue en tiempos de sequía, dos mil años después, cuando el nivel del Tajo descendió como nunca antes. Entre las arenas secas emergió la silueta de un pecio casi intacto: una nave romana con su esqueleto de madera corroída. Dentro, se hallaron ánforas repletas de monedas de oro. Pero el hallazgo pronto desapareció: nadie supo quién se llevó el tesoro, ni a dónde fue a parar.
Desde entonces nació una leyenda. Los pescadores que se aventuran de noche en las aguas del Tajo aseguran que, cuando una tormenta sacude Caesarobriga, del lugar donde apareció el barco surgen figuras fantasmales cubiertas de vestiduras romanas rasgadas, húmedas y sucias. Sus voces, arrastradas por el viento, pronuncian un lamento aterradot:
Visigothi damnati
Aurum meum non tangetis
(Malditos visigodos,
no tocaréis mi oro)
Así, entre la historia y el mito, el nombre de Lucio Craso sigue vivo, confundido con el rumor eterno de las aguas doradas del río Tajo.
Sabías que...
Caesarobriga está englobada en el territorio romano de la provincia de Hispania Lusitana, cerca del río Tajo, en lo que hoy es la ciudad de Talavera de la Reina.
Fue un importante centro comercial y político gracias a su ubicación en una vía que conectaba ciudades como Emerita Augusta y Complutum, explotando los recursos agrícolas, ganaderos y mineros de la zona.
El Pretor romano era el máximo poder en la justicia.
La casa de un pretor se llamaba pretorio (en latín, praetorium)
Las "villas romanas" eran llamadas en latín villae rusticae (o villa rustica) y se referían a las edificaciones rurales que funcionaban como centro de grandes fincas agrícolas o latifundios
La villa romana de El Saucedo
Talavera la Nueva (Toledo)
La milla romana (del latín mille passuum), que equivalía a mil pasos dobles (passus) y medía aproximadamente 1,48 kilómetros
Nave Lusoria: Embarcación más estrecha, utilizada para el transporte de tropas y patrullaje en ríos.
Pecios: Se denomina así a los restos de embarcaciones hundidas en masas de agua.
David Miguel Rubio
Promotor Turístico en Castilla - La Mancha
Informador Turístico
(N° Reg. EXP/ITL/RDM-0019)
Guía de Montaña