Yacimiento arqueológico "La Alcazaba" y "Torre Albarrana" - Talavera de la Reina (Toledo)

martes, 21 de abril de 2020

Convento de "El Piélago" (Toledo) - Carlos II - Isabel II (149 años entre reyes...)


El hermano Francisco de San Vicente, fue el promotor de la fundación del Convento que se inició en 1683.

El templo albergó la orden de los Carmelitas Calzados...


En 1769 (según censo de Hinojosa de San Vicente), contaba con 25 religiosos, de ellos 2 sacerdotes, 4 coristas y 7 legos.


Fotografía principios de año de 1900



Un complejo religioso, rural y económico, que tuvo mucha importancia en su tiempo, y que hoy por desgracia... una parte del mismo, se está perdiendo en una "ruina progresiva"...



El 16 de agosto de 1687 se constituía la fundación y el 6 de junio de 1689 obtendría amparo de la protección regia de Carlos II y sus sucesores.

Carlos II

Escudo de Carlos II de España


Monedas de 1700 
(Año del fallecimiento de Carlos II)


Historia del Convento de "El Piélago y la Monarquía 
(149 años entre reyes)

o    Carlos II (1665-1700) – Fundación del Convento en 1687
o    Felipe V (1700-1746)
o    Luis I (1724)
o    Carlos III (1759-1788)
o    Carlos IV (1788-1808)
o    Fernando VII (1813-1833) – Asalto y quema de las tropas francés (Guerra de la Independencia)
o    Isabel II (1833-1868) – Desamortización de Mendizábal (1836-1837)

Isabel II de España

Estandarte Real

Monedas de Isabel II 

REYES Y APODOS

La Monarquía Española es la organización política del Gobierno y del Estado en España que ha sido interrumpida únicamente en los períodos de la Primera República (1873-1874), la Segunda República (1931-1939) y el Régimen Franquista (1939-1975). En el devenir histórico de la Península Ibérica, diversos Estados y multitud de pueblos asentaron en ella instituciones políticas. Algunos desaparecieron y otros evolucionaron

Juana I de Castilla, la Loca.
El primer designio firme que tuvo que afrontar fue el de su matrimonio concertado y estratégico a fin de reforzar los lazos con el Imperio Germánico. Juana debió casarse con Felipe, y su hermano Juan con la hermana de este, Margarita. Con 15 años marchó a Flandes a cumplir lo proyectado por sus padres, se casó con el bello Felipe y le dio una amplia descendencia que llenaría los tronos de España, Portugal, Dinamarca, Hungría… El matrimonio impuesto fue celebrado por Juana, ya que se enamoró de su esposo y él, según cuentan, de ella, por lo menos en los primeros momentos. Sin embargo, la mala fama de mujeriego del esposo y la constatación de que este mantenía relaciones extramatrimoniales perturbaron la tranquilidad y posiblemente los nervios de Juana, surgieron los celos y los enfrentamientos, y lo que muchos llamaron: locura. Evidentemente a cualquiera en esa situación se le desborda la imaginación, se sume en un dolor irreparable y cae en estados de ánimo poco saludables; locura quizá, problemas de nervios y depresión seguro, pero sobre todo una muy buena excusa para sus detractores, que utilizaron sus problemas para desacreditarla.

Tras la muerte de sus hermanos se convirtió en heredera de los reinos de Castilla y Aragón, Navarra, Mallorca, Nápoles, Sicilia y Valencia y Condesa de Barcelona. Comprendamos con esto cual era la magnitud del personaje, reina y madre de reyes, y todos los ataques que pudieron existir en contra de la mujer Juana. A partir de aquí y sobre todo, de la muerte de su madre Isabel en 1504, la vida de Juana va a ser un devenir de pugnas de poder, de malintencionadas proposiciones y de acciones políticas influenciadas siempre por una serie de hombres que considero determinantes en la forja del mito de su locura, su padre, su marido y posteriormente su hijo.

Es cierto que tuvo fases en su comportamiento de cierta enajenación mental como el cortejo fúnebre que preparó para trasladar el cuerpo de su marido, pero en la época era habitual transportar los restos mortales de un rey o consorte, aunque en este caso fuera mas solemne y truculento que en otras ocasiones, porque ella, una mujer que amaba, no se quiso separar del cuerpo de su esposo. Paseó el cadáver de su marido en un carromato por las tierras de España.

Alfonso X de Castilla, el Sabio.
Alfonso mereció el sobrenombre de "El Sabio" por su capacidad de convocatoria hacia los hombres de ideas y así logró reunir en Murcia, Sevilla y Toledo a los hombres más cultos de su época.

Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, Los Reyes Católicos.
El título de Reyes Católicos fue conferido a Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla por el Papa valenciano Alejandro VI en la bula "Si convenit" expedida el 19 de diciembre de 1496. Dicha bula fue redactada tras un debate en el Colegio Cardenalicio en el que por primera vez recibieron el nombre de Rey y Reina de las Españas y en el que se barajaron y descartaron otros posibles títulos como defensores o protectores, siendo un homenaje a su labor en la propagación del catolicismo.

Carlos I de España, el Emperador.
Carlos I de España recibió el apodo de "el Emperador" por el gran imperio que tenía bajo su mano. Fue el primer rey que unificó Aragón, Castilla y Navarra, y heredó el Sacro Imperio Romano Germánico, las Islas Canarias, las Indias, Nápoles y Sicilia.

Felipe II de España, el Prudente.
A Felipe II se le nominó "el Prudente" porque, a pesar de las circunstancias difíciles de su reinado, logro mantener íntegro el inmenso territorio heredado con base en la toma de decisiones moderadas.

A pesar de los cuantiosos problemas que enfrentaba en ese tiempo España, Felipe II logró cierto equilibrio con un gran triunfo político, al conseguir la unidad ibérica con la anexión de Portugal y sus dominios, al hacer valer sus derechos sucesorios en 1581 en las Cortes de Tomar. Completó la obra unificadora iniciada por los Reyes Católicos. Se apartó a la nobleza de los asuntos de Estado, siendo sustituida por secretarios reales procedentes de clases medias al mismo tiempo que se dio forma definitiva al sistema de Consejos.

Se impuso prerrogativas a la Iglesia, se codificaron leyes y se realizaron censos de población y todo ello se reflejó en cierta bonanza económica. Su reinado estuvo caracterizado por la actitud prudente manifestada en la forma de gobierno, de ahí el sobrenombre.

Jaime I de Aragón, el Conquistador.
Llamado así por sus conquistas, entre las que se encuentran las Islas Baleares.

Carlos II de España, el Hechizado.
Su sobrenombre le venía por la atribución a la brujería y a influencias diabólicas su lamentable estado físico. Parece ser que los sucesivos matrimonios consanguíneos de la familia real produjeron tal degeneración que Carlos creció raquítico, enfermizo y con una corta inteligencia, además de ser estéril, lo que acarreó un grave conflicto sucesorio al morir sin descendencia y extinguirse así la rama española de los Austrias.

José I de España, Pepe Botella.
José I de España fue llamado así porque tenía cierta afición por la bebida. El pueblo aumentó esta afición propagandísticamente mofándose de él. Había un dicho popular que decía así: llaman al rey "Pepe botella baja al despacho", y él contesta, "no puedo que estoy borracho".

Felipe IV de España, el Pasmado.
Se le llamaba así porque tenía cara de alelado, la mandíbula eminente y el belfo caído.

Fernando I de Aragón, el Honesto.
Llamado así por las especiales dotes de equidad y honradez que le caracterizaron en su vida privada y pública.

Alfonso I de Aragón, el Batallador.
Llamado así porque fue el conquistador de uno de los reinos Taifas que más se resistió: Zaragoza, tras siete meses de ser sitiada.

Fernando VI de España, el Justo.
Llamado así por su forma de gobernar, distante del despilfarro y la grandiosidad, acorde con la vida del pueblo.

Carlos III de España, el Político o el Ilustrado.
Llamado "el Político" por sus grandes dotes diplomáticas. La diplomacia fue el rasgo principal de su política exterior. También fue llamado "el Ilustrado" porque en política interior intentó modernizar la sociedad utilizando el poder absoluto del monarca bajo un programa ilustrado.

Pedro III de Aragón, el Grande.
Emprendió las más arduas acciones, contra reyes poderosos, encontrándose en él juntamente el valor, la prudencia y discreción, por lo que se hizo acreedor al titulo de Grande.

Felipe V de España, el Animoso.
Durante la campaña de Milán, con 18 años, y en la Guerra de Sucesión, se puso al frente de sus tropas en decisivas batallas, con gran riesgo de su vida y de su salud, lo que le valió el apodo de “el Animoso” y la admiración de su pueblo.

Felipe III de España, el Piadoso.
A Felipe III se le conocía como "el Piadoso" porque rezaba nueve rosarios al día,uno por cada mes que Jesucristo pasó en el vientre de su madre.

Martín I de Aragón, el Humano.
Llamado el Humano por su perfil humanista. Fue hombre culto, inteligente y, en cierta forma, cumplió con el arquetipo del Rey Renacentista.

Felipe I de Castilla, el Hermoso.
El apelativo el hermoso, se lo dio el rey Luis XII de Francia. En 1501, Felipe y Juana viajaban hacía Castilla para ser coronados y se detuvieron en Blois. Allí el rey los recibió, al verle exclamó: «He aquí un hermoso príncipe».

Pedro I de Castilla, el Cruel o el Justiciero.
Era cruel para los enemigos y justo para los amigos.

Alfonso II de Aragón, el Casto.
Rey de Aragón y Conde de Barcelona, Alfonso II (1157-1196) fue apodado El Casto porque, según los cronistas, no se le conocían hijos fuera del matrimonio. Es decir, no practicó la castidad del todo, puesto que tuvo dos hijos con su mujer Sancha de Castilla, pero esa moderación resultaba sorprendente en sus tiempos.

Fernando III de Castilla, el Santo.
Fernando III el Santo es llamado así porque era muy devoto, cumplidor de su palabra y fue un gran gobernante de Castilla primero, y después, de Castilla y León cuando consiguió unificar los dos reinos.

Alfonso III de Aragón, el Franco.
Fue tan liberal que en esta virtud se señaló más que príncipes de sus tiempos y fue por esta causa llamado el Franco. Fue muy liberal, franco, tolerante y condescendiente con los nobles.

Enrique IV de Castilla, el Impotente.
Llamado así por su nulidad a la hora de consumar su matrimonio (solo le ocurría esto con su esposa).

Fernando VII de España, el Deseado o el Rey Felón.
Llamado así por ser deseado, es decir, ser el rey que tuvo más apoyo popular al principio de su reinado. Fue el primer rey que gobernó tras la expulsión de José Bonaparte, el reyy intruso.

Alfonso V de Aragón, el Magnánimo.
Hombre más interesado por sus dominios en el Mediterráneo que en la Península. De hecho, su corte se erigió en Nápoles, donde residía y gobernaba el Reino de Aragón. Por sus altas miras hacia el exterior del reino, fue llamado como El Magnánimo.

Pedro IV de Aragón, el Ceremonioso.
Por su gran interés por el boato y los buenos modales en la corte. Llegó a redactar una normativa que regulaba el protocolo en la Corte y los más esmerados gustos. Por ello, fue llamado El Ceremonioso.

Luis I de España, el Bien Amado.
Se le llama así por llegar al trono con solo 17 años y ser recibido con una explosión de júbilo por parte de su pueblo.

Jaime II de Aragón, el Justo.
Llamado así por aceptar los pactos mediante los cuales renunciaba a territorios (podría no haber renunciado perfectamente ) con el fin de evitar los conflictos armados.

Alfonso VI de León, el Bravo.
Llamado así por su coraje. Durante su reinado se conquistó la ciudad de Toledo.

Carlos IV de España, el Consentidor.
Llamado así por consentir que su esposa tuviera el gobierno en sus manos debido a que el era un hombre con poca energía.

Alfonso IV de Aragón, el Benigno.
Llamado así por su apacible carácter.

Alfonso Froilaz de León y Galicia, el Jorobado.
Llamado así por su apariencia física de jorobado.

Pedro II de Aragón, el Católico.
Llamado así porque no fue un personaje muy modélico para mitificar por la Iglesia católica, a pesar de llevar de sobrenombre católico.

Sancho I de León, el Craso.
El sobrenombre de "El Craso" le viene de su excesiva gordura, que le impedía montar a caballo e incluso caminar sin ayuda.

Alfonso XII de España, el Pacificador.
Su reinado consistió principalmente en restaurar la monarquía y el país arreglando todas las luchas internas que los años del llamado Sexenio Revolucionario dejaron tras de sí, ganándose el apodo de "el Pacificador".

Ramiro II de Aragón, el Monje.
Llamado así porque su padre lo entregó con 6 años al monasterio de San Ponce de Tomeras (Francia).

Juan I de Aragón, el Cazador.
Fue un rey siempre mal aconsejado, poco dado a las tareas de gobierno. La reina consorte, doña Violante, siempre estuvo más atenta a dichas tareas que el mismo Rey quien siempre estuvo más atraído por la caza. Por su afición a la caza, fue apodado con este apelativo. También se le llamó El Descuidado, por las mismas razones.

Ordoño IV de León, el Malo.
Llamado así por su egoísmo y mezquindad.

Bermudo II de León, el Gotoso.
En el año 999 se agravó tanto la gota que padecía (de ahí su apodo) que le resultaba imposible cabalgar y tenía que ser transportado en una litera.

Fernando IV de Castilla, el Emplazado.
Llamado así porque su madre procuró aplacar a la nobleza, se enfrentó a los enemigos de su hijo, e impidió en varias ocasiones que Fernando IV fuese destronado. Gobernaba por él.

Enrique III de Castilla, el Doliente.
Este sobrenombre se lo dieron debido a su escasa salud.

Enrique II de Castilla, el Fraticida o el de Las Mercedes.
Merced es el nombre que recibía, en la Castilla bajomedieval, la concesión de un premio como reconocimiento de los méritos de alguna clase contraídos por un vasallo, aunque el mismo nombre indica que no se hace como un pago debido en ningún contrato, sino como donativo por la mera voluntad del... Ver mas

Fávila de Asturias, el Oso.
Fue un monarca asturiano gran aficionado a la caza. Cuenta la leyenda que falleció como consecuencia del ataque de un oso, el famoso abrazo del oso. De ahí viene su apodo.

Teobaldo I de Navarra, el Trovador.
Este rey navarro fue llamado así por sus exquisitas facultades musicales.

Sancho Garcés II de Navarra, Abarca.
El apodo de "Abarca" le viene a este monarca navarro por el calzado que usaban sus ejércitos para poder andar y trepar por las ampulosas montañas del norte de la Península. En este sentido, existen algunas leyendas militares y gestas conseguidas por poder maniobrar en terrenos que, sin estos calzados resistentes de cuero, hubiera sido imposible.

Luis I de Navarra, el Testarudo o el Hosco.
Este monarca navarro recibió el apodo de "el Testarudo" o "el Hosco" por su carácter difícil y obstinado. Difícil de dejarse convencer por los demás.

Vermudo I de Asturias, el Diácono.
Fue el hombre más inclinado a la vida religiosa y, por tanto, con pocos intereses puestos en la vida política. Abdicó del trono tras una derrota deshonrosa contra los musulmanes. Ya era diácono de la Iglesia cuando fue buscado para ocupar el trono que dejaba libre Mauregato. De ahí ser apodado como El Diácono.

Fotos: Wikipedia

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