jueves, 23 de abril de 2020

Dos Conventos Carmelitas (San Vicente y Toledo) - Documentación y conexión entre ambos


Profeta Elías

La Orden de los Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo (en latín Ordo Fratrum Beatissimæ Virginis Mariæ de Monte Carmelo), también llamada Orden de los Carmelitas, es una orden religiosa católica que surgió alrededor del siglo XII cuando un grupo de ermitaños, inspirados en el profeta Elías, se retiraron a vivir en el Monte Carmelo, considerado el jardín de Palestina


El convento del Carmen Calzado fue un convento de la ciudad española de Toledo, adscrito a la orden del Monte Carmelo y construido en los terrenos próximos a la iglesia de Santa María de Alfizén. Entre 1332 y 1338 se cedió a los monjes del Carmelo el templo mozárabe de Santa María de Alfizén y otros terrenos y edificios próximos, donde se construyó el convento.

La vestimenta carmelita está conformada por una túnica de color castaño y un escapulario del mismo color. Según la tradición, el domingo 16 de julio de 1251, la Virgen María se apareció en AylesfordInglaterra, a San Simón Stock, a quien entregó el escapulario del Carmen.


ESCUDO


Una montaña
Una montaña estilizada de color marrón, con las laderas redondeadas, y cuya cima se proyecta hacia el cielo. Se refiere al Monte Carmelo, lugar de origen de la Orden del Carmen. El Monte Carmelo se encuentra en Haifa en Israel. En el siglo noveno antes de Cristo, vivió aquí el profeta Elías. En el mismo lugar, a finales del siglo doce después de Cristo, algunos eremitas, inspirados en el profeta Elías se agruparon "para vivir en obsequio de Jesucristo" (Regla Carmelita n. 2).

Tres estrellas
Tres estrellas de seis puntas, de las cuáles, una es de plata en el centro de la montaña y las otras de oro dispuestas simétricamente en el cielo de color blanco, a la derecha e izquierda de las laderas de la montaña. La estrella inferior representa a los carmelitas todavía en camino hacia la cima del Monte Carmelo, mientras las otras dos estrellas superiores representan a los Carmelitas que han terminado su peregrinación y "han culminado la santa montaña" (Misal Carmelita, 1980, Colecta de la Misa Solemne de la B. Virgen María del Monte Carmelo).

Una corona
La corona de oro representa el Reino de Dios. Él es el Soberano supremo del Carmelo. En efecto, los Carmelitas tratan de "servirle fielmente con corazón puro y buena conciencia" (Regla Carmelita n. 2) y tienen por vocación "implantar y robustecer en las almas el reino de Cristo y extenderlo por el ancho mundo" (Constituciones O.Carm., n. 5 ). Para cumplir este servicio a Dios los Carmelitas se inspiran en las figuras del profeta Elías y de la Virgen María (cf. Constituciones O.Carm., n. 25).

Un brazo con una espada de fuego y una banda con una cita bíblica
El origen eliano de la Orden está simbolizado con el brazo de Elías, teniendo una espada de fuego, y una banda con una inscripción en latín: "Zelo zelatus sum pro Domino Deo exercituum" (Ardo de celo por el Señor Dios de los ejércitos [1 Re 19,10]). El brazo y la espada muestran, también ellos, la pasión ardiente de Elías por el Absoluto de Dios, cuya "palabra ardía como antorcha" (Sir 48,1). Para los Carmelitas "Elías es el profeta solitario que cultiva la sed del único Dios y vive en su presencia" (Constituciones O.Carm., n. 26). Como él, ellos llevan "la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios" (Regla Carmelita n. 19).

Doce estrellas
La índole mariana de la Orden está simbolizada en las doce estrellas que recuerdan la aparición de "una mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y en su cabeza una corona de doce estrellas" (Apoc 12,1). En la Virgen María, Madre de Dios, "los Carmelitas encuentran la imagen perfecta de todo aquello que desean y esperan ser". Para ellos María es Patrona, Madre y Hermana (cf. Constituciones O.Carm. n. 27) y ellos son "los hermanos de la Beata Virgen María del Monte Carmelo" (Constituciones O.Carm., n. 6).



El convento de carmelitas de Toledo estaba situado en la ribera derecha del Tajo, entre el desaparecido edificio levantado por Juanelo para subir el agua del río y la fortaleza del alcázar; muy cerca del puente de Alcántara y casi enfrente del castillo de S. Servando.
De su primitiva fábrica sólo quedan pequeños restos en el muro que miraba al río.
Puede verse la situación del mismo en el plano del Greco que se conserva todavía en la casa-museo que lleva su nombre en Toledo, dibujado en el s. XVII, entre los años 1605 y 1610'. Más claramente aparece en el mapa del cardenal Portocarrero de comienzos del s. XVIII.
Lo veremos todavía en el grabado de Amador de los Ríos y sólo se aprecian ruinas en el plano del Reinoso, de 1882.

La leyenda atribuye la fundación del convento a S. Elpidio, al que se hace discípulo de S. Pablo y compañero de Santiago en la conversión de España. Según esta misma leyenda, Alfonso VI, conquistador de Toledo, dio a los carmelitas el edificio que ocuparon después durante siglos.
Documentalmente se comprueba la existencia del Carmen toledano el 4 de junio del año 1348.
El año de fundación hay que fijarlo más cerca de 1348. Desconocemos la forma y dimensiones del primitivo convento. Para la edificación del mismo se cedieron las antiguas murallas de la ciudad, pérdida la utilidad militar de las mismas.

Una renovación importante se hizo en la capilla mayor de la iglesia a finales del s. XVI. Por escritura de 28 de abril de 1596 el cuarto conde de Fuensalida se comprometió a dar 600.000 maravedises en tres años para ayudar a reedificar la capilla mayor, hacer bóveda alta, etc., todo ello «con orden y parecer de Juan Bautista Monegro, maestro mayor de las obras de los alcázares reales de su majestad de esta ciudad.

Enumera entre las obras de arte del templo la imagen de Cristo en la Agonía y sin lanzada que estaba en una de las capillas. Contemplando esta imagen FelipeIII le dijo su valido, el duque de Lerma: «Véala bien Su Majestad, que está más bien acabada y devota que el Sto. Cristo de Burgos, y reparando más el rey dijo: Razón tenéis, Duque. El carmelita madrileño, Juan Bautista de Lezana, dice: «era una de las reliquias más preciosas de la cristiandad, esculpida más bien por manos de ángeles que de hombres».

Desconocemos la forma y dimensiones del convento que debía ser de cierta capacidad. A finales del S. XVI y principios del S. XVII vivían en el mismo, según veremos, alrededor de 60 frailes. Precisamente el convento toledano se había convertido en el principal de todos los conventos de carmelitas de Castilla, por estar en la Corte del Reino.

La peste negra que, a la altura del año 1347, diezmó las comunidades religiosas y trajo desórdenes en la vida regular y por el cisma de Occidente que dividió a la Orden, como a toda la Iglesia en dos obediencias.
  
San Juan de la Cruz

En 1577 fue escenario el convento toledano de un hecho que ha pasado a la historia. Nos referimos a la prisión de san Juan de la Cruz, incidente ruidoso en los comienzos de la llamada reforma de santa Teresa de Jesús.

Permaneció en la cárcel del convento toledano desde mediados de diciembre de 1577 hasta mediados de agosto del año siguiente, en que escapó por una de las ventanas que miraban al río. Durante estos meses, los muros del convento fueron testigos silenciosos de una de las creaciones más portentosas de la lírica castellana, el Cántico espiritual del Doctor Místico.


Placa Conmemorativa junto en Toledo


1594
El Carmen toledano vivía por estos años el momento de esplendor de los conventos de Castilla…
Como los otros conventos de órdenes religiosas, el del Carmen poseía un cigarral que cumplía quizá una triple función. Servía para proveerse de aceite de sus olivos, de casa de campo y de retiro para los religiosos.
De acuerdo con estos datos, todo hace pensar que el Cigarral en cuestión es el conocido con el nombre de la Teja, que fue desamortizado en 1821, incluido en el inventario de bienes de la comunidad.

Hemos de añadir que vivieron en el mismo en el s. XVI, algunos carmelitas célebres, cuyos nombres merecen consignarse. Como hijo de dicho convento y nacido en la ciudad Imperial, figura el P. Cristóbal de Toledo.
Fue doctor en Teología profesor de Sagrada Escritura en la universidad toledana y consultor de la Inquisición. Juan Gutiérrez de la Magdalena, natural también de Toledo, fue Provincial de los carmelitas de Castilla. Murió en 1579.
Felipe de Santiago, doctor en Teología y profesor en las universidades de Alcalá y Toledo.
     
Retrato de Miguel de la Fuente
Místico Carmelitano

En los primeros años del S. XVII, llegó al convento de Toledo un hombre excepcional, el P. Miguel de la Fuente.
Ordenado sacerdote fue destinado al convento de Toledo en 1609 cuando contaba 36 años de edad. Tenía ya experiencia en diversos campos del apostolado, pero sería en Toledo y su archidiócesis donde desplegó una actividad portentosa. Como formador de jóvenes aspirantes a la vida religiosa.
Fruto de los años que estuvo al frente del noviciado toledano fue una generación de excelentes religiosos que vi vieron en los conventos del centro de España en el S. XVII.

En su afán de llevar almas a Dios, trabajó con atrevimiento increíble en la conversión de meretrices; además de sus sermones encendidos, capaces de convertir turcos, iba personalmente a las casas públicas para exhortar a la penitencia. Logró conversiones ruidosas y algunas de estas mujeres abrazaron la vida de clausura. En los pueblos apartados de la diócesis de Toledo y después de jornadas agotadoras, fundó cofradías para instruir y llevar almas a la devoción a la Virgen y a la frecuencia de sacramentos. Dio impulso vigoroso a la Tercera Orden y a las Beatas del Carmen.
En la ciudad imperial y en el convento del Carmen fundó la llamada Congregación de Ntra. Sra. del Carmen.

A esta serie de facetas de su apostolado hay que añadir que Miguel de la Fuente fue un escritor místico, cuya obra El libro de las tres vidas del hombre, «el mejor tratado de psicología mística escrito en castellano., al decir de Menéndez y Pelayo, ha pasado a ser uno de los escritos clásicos de espiritualidad. Precedido de gran fama de santidad y verdadero dechado de virtudes, murió santamente en Toledo el 27 de noviembre de 1625.

La presencia en el convento de Toledo del Venerable, por espacio de más de 15 años.
En 1765, por Breve de Clemente XIII de 17 de diciembre, a petición del P. Bernardo Rexidor, se concedió al convento de Toledo la facultad de otorgar grados a los religiosos de la Orden, como se había concedido anteriormente al colegio de S. Andrés de Salamanca.
El número de religiosos en 1770 era de 66.

El panorama económico que presenta el convente de Toledo a mediados del S. XVII no es halagüeño. Sirva de ejemplo el mes de enero de 1641; los gastos ascendían a 155.284 maravedises y 194 reales, mientras que los ingresos sumaban 125.312 maravedises. La mayor parte de las partidas de los gastos eran en concepto de comida. El capítulo de ingresos provenía principalmente de las propiedades del convento, los ingresos en concepto de cultos eran de escasa cuantía. Las propiedades provenían en general de la herencia de religiosos, casas en la capital, Ajofrín, Chueca, Tembleque, etc.

En 1771 había cambiado la situación y el convento tenía un sobrante de 2.105 reales.
Como nota curiosa diremos que por esta época aparecen varias partidas de gastos en concepto de tabaco.
A principios del S. XIX seguía teniendo cierta importancia el Carmen de Toledo, como lo demuestra el número de religiosos; en 1803 eran 32 sacerdotes, 9 coristas y 7 legos.
    

Durante la guerra de la Independencia los franceses se acuartelaron en el convento del Carmen y desde allí resistieron a las tropas españolas procedentes de Andalucía, las cuales, en julio de 1809, atacaron a Toledo, desde el puente de Alcántara. Con este motivo quedó maltrecho el convento y desapareció el archivo.

En cumplimiento del decreto del rey intruso del 18 de agosto de 1809 fue suprimido el convento. Las tropas francesas lo evacuaron en diciembre de 1809, fecha en que había desaparecido también el valioso archivo de la cofradía del Cristo de las Aguas.
En marzo de 1812 se incendió todo el edificio sin que se sepa la causa; solamente se salvó una habitación aislada en la huerta.

El número de religiosos, después de la guerra de la Independencia disminuyó. En 1819 eran 17.
El intento de reconstrucción fue inútil. De nuevo fue suprimido el 18 de marzo de 1821 en el trienio liberal.
   
Convento del Piélago

Por separado detallaron los documentos de censos, tributos y créditos contra la Nación y a favor de la comunidad, documentos que incomprensiblemente se salvaron del saqueo primero y luego del incendio. Son los siguientes: CENSOS. 14 de ellas, con una renta total de 3.647,10 rs. anuales. Sólo se indica el capital de cuatro, que asciende a 136.724 rs. Los más destacados son el que hipotecaba una casa en Madrid, adeudado por el convento del Carmen de dicha villa, con un capital de 84.724 rs., y otro de 40.000 rs., a cargo del convento del Piélago, también de carmelitas.
La supresión de 1821 no fue definitiva; volvieron a formar Comunidad los carmelitas en Toledo. El 28 Y 29 de enero de 1836 se suprimió expresamente dicho convento.

En las subastas de la desamortización «fue adquirido por don José Safont en la etapa 1835-46 en 104.730 reales. Dado su estado ruinoso se limitó a aprovechar los materiales excepto la portada, alabada por Ponz y estimable según Parro, cuya destrucción no sabemos cuando tuvo lugar, pues en 1857 la da como subsistente.
Suprimida la comunidad ya no volvieron los carmelitas de la A. O. a fundar en Toledo. La Tercera Orden pasó primeramente a la iglesia de la Magdalena y acaso después a la parroquia de San Pedro.
   

Fue una de las primeras fundaciones de carmelitas en Castilla. Pasó por los consiguientes baches de relajación y movimientos reformistas. En él se celebraron capítulos provinciales. En él se formaron hombres sabios, escritores, predicadores y obispos; en él vivieron catedráticos de la universidad toledana y varones virtuosos. Fue víctima de los vaivenes de la política del s. XIX que no respetó instituciones seculares. Hoy pesa sobre su historia el recuerdo de la prisión de san Juan de la Cruz, hecho por otra parte de fecundidad insospechada para su vida de santo, de escritor místico y poeta. Famoso igualmente porque sus muros fueron testigos de la vida penitente de otro de los grandes representantes de la mística carmelitana, el V. P. Miguel de la Fuente.




TEXTO PRINCIPAL

EL CONVENTO DE CARMELITAS CALZADOS DE TOLEDO
Bartolomé Velasco Bayón, O. Carm.


ENLACES




https://colegiocarmelitascumana.es.tl/Orden-del-Carmen.htm



https://www.ocarm.org/es/content/ocarm/escudo


https://es.wikipedia.org/wiki/Juan_de_la_Cruz

https://es.wikipedia.org/wiki/Miguel_de_la_Fuente

http://ciudaddelastresculturastoledo.blogspot.com/2014/05/guerrillas-y-operaciones-de-castigo-en.html


martes, 21 de abril de 2020

Convento de "El Piélago" (Toledo) - Carlos II - Isabel II (149 años entre reyes...)


El hermano Francisco de San Vicente, fue el promotor de la fundación del Convento que se inició en 1683.

El templo albergó la orden de los Carmelitas Calzados...


En 1769 (según censo de Hinojosa de San Vicente), contaba con 25 religiosos, de ellos 2 sacerdotes, 4 coristas y 7 legos.


Fotografía principios de año de 1900



Un complejo religioso, rural y económico, que tuvo mucha importancia en su tiempo, y que hoy por desgracia... una parte del mismo, se está perdiendo en una "ruina progresiva"...



El 16 de agosto de 1687 se constituía la fundación y el 6 de junio de 1689 obtendría amparo de la protección regia de Carlos II y sus sucesores.

Carlos II

Escudo de Carlos II de España


Monedas de 1700 
(Año del fallecimiento de Carlos II)


Historia del Convento de "El Piélago y la Monarquía 
(149 años entre reyes)

o    Carlos II (1665-1700) – Fundación del Convento en 1687
o    Felipe V (1700-1746)
o    Luis I (1724)
o    Carlos III (1759-1788)
o    Carlos IV (1788-1808)
o    Fernando VII (1813-1833) – Asalto y quema de las tropas francés (Guerra de la Independencia)
o    Isabel II (1833-1868) – Desamortización de Mendizábal (1836-1837)

Isabel II de España

Estandarte Real

Monedas de Isabel II 

REYES Y APODOS

La Monarquía Española es la organización política del Gobierno y del Estado en España que ha sido interrumpida únicamente en los períodos de la Primera República (1873-1874), la Segunda República (1931-1939) y el Régimen Franquista (1939-1975). En el devenir histórico de la Península Ibérica, diversos Estados y multitud de pueblos asentaron en ella instituciones políticas. Algunos desaparecieron y otros evolucionaron

Juana I de Castilla, la Loca.
El primer designio firme que tuvo que afrontar fue el de su matrimonio concertado y estratégico a fin de reforzar los lazos con el Imperio Germánico. Juana debió casarse con Felipe, y su hermano Juan con la hermana de este, Margarita. Con 15 años marchó a Flandes a cumplir lo proyectado por sus padres, se casó con el bello Felipe y le dio una amplia descendencia que llenaría los tronos de España, Portugal, Dinamarca, Hungría… El matrimonio impuesto fue celebrado por Juana, ya que se enamoró de su esposo y él, según cuentan, de ella, por lo menos en los primeros momentos. Sin embargo, la mala fama de mujeriego del esposo y la constatación de que este mantenía relaciones extramatrimoniales perturbaron la tranquilidad y posiblemente los nervios de Juana, surgieron los celos y los enfrentamientos, y lo que muchos llamaron: locura. Evidentemente a cualquiera en esa situación se le desborda la imaginación, se sume en un dolor irreparable y cae en estados de ánimo poco saludables; locura quizá, problemas de nervios y depresión seguro, pero sobre todo una muy buena excusa para sus detractores, que utilizaron sus problemas para desacreditarla.

Tras la muerte de sus hermanos se convirtió en heredera de los reinos de Castilla y Aragón, Navarra, Mallorca, Nápoles, Sicilia y Valencia y Condesa de Barcelona. Comprendamos con esto cual era la magnitud del personaje, reina y madre de reyes, y todos los ataques que pudieron existir en contra de la mujer Juana. A partir de aquí y sobre todo, de la muerte de su madre Isabel en 1504, la vida de Juana va a ser un devenir de pugnas de poder, de malintencionadas proposiciones y de acciones políticas influenciadas siempre por una serie de hombres que considero determinantes en la forja del mito de su locura, su padre, su marido y posteriormente su hijo.

Es cierto que tuvo fases en su comportamiento de cierta enajenación mental como el cortejo fúnebre que preparó para trasladar el cuerpo de su marido, pero en la época era habitual transportar los restos mortales de un rey o consorte, aunque en este caso fuera mas solemne y truculento que en otras ocasiones, porque ella, una mujer que amaba, no se quiso separar del cuerpo de su esposo. Paseó el cadáver de su marido en un carromato por las tierras de España.

Alfonso X de Castilla, el Sabio.
Alfonso mereció el sobrenombre de "El Sabio" por su capacidad de convocatoria hacia los hombres de ideas y así logró reunir en Murcia, Sevilla y Toledo a los hombres más cultos de su época.

Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, Los Reyes Católicos.
El título de Reyes Católicos fue conferido a Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla por el Papa valenciano Alejandro VI en la bula "Si convenit" expedida el 19 de diciembre de 1496. Dicha bula fue redactada tras un debate en el Colegio Cardenalicio en el que por primera vez recibieron el nombre de Rey y Reina de las Españas y en el que se barajaron y descartaron otros posibles títulos como defensores o protectores, siendo un homenaje a su labor en la propagación del catolicismo.

Carlos I de España, el Emperador.
Carlos I de España recibió el apodo de "el Emperador" por el gran imperio que tenía bajo su mano. Fue el primer rey que unificó Aragón, Castilla y Navarra, y heredó el Sacro Imperio Romano Germánico, las Islas Canarias, las Indias, Nápoles y Sicilia.

Felipe II de España, el Prudente.
A Felipe II se le nominó "el Prudente" porque, a pesar de las circunstancias difíciles de su reinado, logro mantener íntegro el inmenso territorio heredado con base en la toma de decisiones moderadas.

A pesar de los cuantiosos problemas que enfrentaba en ese tiempo España, Felipe II logró cierto equilibrio con un gran triunfo político, al conseguir la unidad ibérica con la anexión de Portugal y sus dominios, al hacer valer sus derechos sucesorios en 1581 en las Cortes de Tomar. Completó la obra unificadora iniciada por los Reyes Católicos. Se apartó a la nobleza de los asuntos de Estado, siendo sustituida por secretarios reales procedentes de clases medias al mismo tiempo que se dio forma definitiva al sistema de Consejos.

Se impuso prerrogativas a la Iglesia, se codificaron leyes y se realizaron censos de población y todo ello se reflejó en cierta bonanza económica. Su reinado estuvo caracterizado por la actitud prudente manifestada en la forma de gobierno, de ahí el sobrenombre.

Jaime I de Aragón, el Conquistador.
Llamado así por sus conquistas, entre las que se encuentran las Islas Baleares.

Carlos II de España, el Hechizado.
Su sobrenombre le venía por la atribución a la brujería y a influencias diabólicas su lamentable estado físico. Parece ser que los sucesivos matrimonios consanguíneos de la familia real produjeron tal degeneración que Carlos creció raquítico, enfermizo y con una corta inteligencia, además de ser estéril, lo que acarreó un grave conflicto sucesorio al morir sin descendencia y extinguirse así la rama española de los Austrias.

José I de España, Pepe Botella.
José I de España fue llamado así porque tenía cierta afición por la bebida. El pueblo aumentó esta afición propagandísticamente mofándose de él. Había un dicho popular que decía así: llaman al rey "Pepe botella baja al despacho", y él contesta, "no puedo que estoy borracho".

Felipe IV de España, el Pasmado.
Se le llamaba así porque tenía cara de alelado, la mandíbula eminente y el belfo caído.

Fernando I de Aragón, el Honesto.
Llamado así por las especiales dotes de equidad y honradez que le caracterizaron en su vida privada y pública.

Alfonso I de Aragón, el Batallador.
Llamado así porque fue el conquistador de uno de los reinos Taifas que más se resistió: Zaragoza, tras siete meses de ser sitiada.

Fernando VI de España, el Justo.
Llamado así por su forma de gobernar, distante del despilfarro y la grandiosidad, acorde con la vida del pueblo.

Carlos III de España, el Político o el Ilustrado.
Llamado "el Político" por sus grandes dotes diplomáticas. La diplomacia fue el rasgo principal de su política exterior. También fue llamado "el Ilustrado" porque en política interior intentó modernizar la sociedad utilizando el poder absoluto del monarca bajo un programa ilustrado.

Pedro III de Aragón, el Grande.
Emprendió las más arduas acciones, contra reyes poderosos, encontrándose en él juntamente el valor, la prudencia y discreción, por lo que se hizo acreedor al titulo de Grande.

Felipe V de España, el Animoso.
Durante la campaña de Milán, con 18 años, y en la Guerra de Sucesión, se puso al frente de sus tropas en decisivas batallas, con gran riesgo de su vida y de su salud, lo que le valió el apodo de “el Animoso” y la admiración de su pueblo.

Felipe III de España, el Piadoso.
A Felipe III se le conocía como "el Piadoso" porque rezaba nueve rosarios al día,uno por cada mes que Jesucristo pasó en el vientre de su madre.

Martín I de Aragón, el Humano.
Llamado el Humano por su perfil humanista. Fue hombre culto, inteligente y, en cierta forma, cumplió con el arquetipo del Rey Renacentista.

Felipe I de Castilla, el Hermoso.
El apelativo el hermoso, se lo dio el rey Luis XII de Francia. En 1501, Felipe y Juana viajaban hacía Castilla para ser coronados y se detuvieron en Blois. Allí el rey los recibió, al verle exclamó: «He aquí un hermoso príncipe».

Pedro I de Castilla, el Cruel o el Justiciero.
Era cruel para los enemigos y justo para los amigos.

Alfonso II de Aragón, el Casto.
Rey de Aragón y Conde de Barcelona, Alfonso II (1157-1196) fue apodado El Casto porque, según los cronistas, no se le conocían hijos fuera del matrimonio. Es decir, no practicó la castidad del todo, puesto que tuvo dos hijos con su mujer Sancha de Castilla, pero esa moderación resultaba sorprendente en sus tiempos.

Fernando III de Castilla, el Santo.
Fernando III el Santo es llamado así porque era muy devoto, cumplidor de su palabra y fue un gran gobernante de Castilla primero, y después, de Castilla y León cuando consiguió unificar los dos reinos.

Alfonso III de Aragón, el Franco.
Fue tan liberal que en esta virtud se señaló más que príncipes de sus tiempos y fue por esta causa llamado el Franco. Fue muy liberal, franco, tolerante y condescendiente con los nobles.

Enrique IV de Castilla, el Impotente.
Llamado así por su nulidad a la hora de consumar su matrimonio (solo le ocurría esto con su esposa).

Fernando VII de España, el Deseado o el Rey Felón.
Llamado así por ser deseado, es decir, ser el rey que tuvo más apoyo popular al principio de su reinado. Fue el primer rey que gobernó tras la expulsión de José Bonaparte, el reyy intruso.

Alfonso V de Aragón, el Magnánimo.
Hombre más interesado por sus dominios en el Mediterráneo que en la Península. De hecho, su corte se erigió en Nápoles, donde residía y gobernaba el Reino de Aragón. Por sus altas miras hacia el exterior del reino, fue llamado como El Magnánimo.

Pedro IV de Aragón, el Ceremonioso.
Por su gran interés por el boato y los buenos modales en la corte. Llegó a redactar una normativa que regulaba el protocolo en la Corte y los más esmerados gustos. Por ello, fue llamado El Ceremonioso.

Luis I de España, el Bien Amado.
Se le llama así por llegar al trono con solo 17 años y ser recibido con una explosión de júbilo por parte de su pueblo.

Jaime II de Aragón, el Justo.
Llamado así por aceptar los pactos mediante los cuales renunciaba a territorios (podría no haber renunciado perfectamente ) con el fin de evitar los conflictos armados.

Alfonso VI de León, el Bravo.
Llamado así por su coraje. Durante su reinado se conquistó la ciudad de Toledo.

Carlos IV de España, el Consentidor.
Llamado así por consentir que su esposa tuviera el gobierno en sus manos debido a que el era un hombre con poca energía.

Alfonso IV de Aragón, el Benigno.
Llamado así por su apacible carácter.

Alfonso Froilaz de León y Galicia, el Jorobado.
Llamado así por su apariencia física de jorobado.

Pedro II de Aragón, el Católico.
Llamado así porque no fue un personaje muy modélico para mitificar por la Iglesia católica, a pesar de llevar de sobrenombre católico.

Sancho I de León, el Craso.
El sobrenombre de "El Craso" le viene de su excesiva gordura, que le impedía montar a caballo e incluso caminar sin ayuda.

Alfonso XII de España, el Pacificador.
Su reinado consistió principalmente en restaurar la monarquía y el país arreglando todas las luchas internas que los años del llamado Sexenio Revolucionario dejaron tras de sí, ganándose el apodo de "el Pacificador".

Ramiro II de Aragón, el Monje.
Llamado así porque su padre lo entregó con 6 años al monasterio de San Ponce de Tomeras (Francia).

Juan I de Aragón, el Cazador.
Fue un rey siempre mal aconsejado, poco dado a las tareas de gobierno. La reina consorte, doña Violante, siempre estuvo más atenta a dichas tareas que el mismo Rey quien siempre estuvo más atraído por la caza. Por su afición a la caza, fue apodado con este apelativo. También se le llamó El Descuidado, por las mismas razones.

Ordoño IV de León, el Malo.
Llamado así por su egoísmo y mezquindad.

Bermudo II de León, el Gotoso.
En el año 999 se agravó tanto la gota que padecía (de ahí su apodo) que le resultaba imposible cabalgar y tenía que ser transportado en una litera.

Fernando IV de Castilla, el Emplazado.
Llamado así porque su madre procuró aplacar a la nobleza, se enfrentó a los enemigos de su hijo, e impidió en varias ocasiones que Fernando IV fuese destronado. Gobernaba por él.

Enrique III de Castilla, el Doliente.
Este sobrenombre se lo dieron debido a su escasa salud.

Enrique II de Castilla, el Fraticida o el de Las Mercedes.
Merced es el nombre que recibía, en la Castilla bajomedieval, la concesión de un premio como reconocimiento de los méritos de alguna clase contraídos por un vasallo, aunque el mismo nombre indica que no se hace como un pago debido en ningún contrato, sino como donativo por la mera voluntad del... Ver mas

Fávila de Asturias, el Oso.
Fue un monarca asturiano gran aficionado a la caza. Cuenta la leyenda que falleció como consecuencia del ataque de un oso, el famoso abrazo del oso. De ahí viene su apodo.

Teobaldo I de Navarra, el Trovador.
Este rey navarro fue llamado así por sus exquisitas facultades musicales.

Sancho Garcés II de Navarra, Abarca.
El apodo de "Abarca" le viene a este monarca navarro por el calzado que usaban sus ejércitos para poder andar y trepar por las ampulosas montañas del norte de la Península. En este sentido, existen algunas leyendas militares y gestas conseguidas por poder maniobrar en terrenos que, sin estos calzados resistentes de cuero, hubiera sido imposible.

Luis I de Navarra, el Testarudo o el Hosco.
Este monarca navarro recibió el apodo de "el Testarudo" o "el Hosco" por su carácter difícil y obstinado. Difícil de dejarse convencer por los demás.

Vermudo I de Asturias, el Diácono.
Fue el hombre más inclinado a la vida religiosa y, por tanto, con pocos intereses puestos en la vida política. Abdicó del trono tras una derrota deshonrosa contra los musulmanes. Ya era diácono de la Iglesia cuando fue buscado para ocupar el trono que dejaba libre Mauregato. De ahí ser apodado como El Diácono.

Fotos: Wikipedia